“Nos hemos hecho la vida lejos de nuestra pequeña ciudad, pero no nos acostumbramos a estar ausentes de ella, y nos gusta cultivar su nostalgia cuando llevamos ya algún tiempo sin volver, y exagerar a veces nuestro acento, cuando hablamos entre nosotros, y el uso de las palabras y expresiones vernáculas que hemos ido atesorando con los años, y que nuestros hijos, habiéndolas escuchado tanto, apenas comprenden” (MUÑOZ MOLINA, A.: Sefarad. Alfaguara. Pág.11)
Me apropiaría estas palabras de Muñoz Molina para referirme a mis raíces, Asturias. Y muy especialmente a Oviedo y más aún, a Covadonga. Quienes procedemos de aquellas tierras, no nos acostumbramos a su ausencia durante demasiado tiempo, porque no sólo es un lugar físico al que podemos volver cuando nos lo concedemos. Es un algo que uno no pierde, aunque viva lejos de ella, es un complejo de elementos que me han hecho ser como soy, vivir como vivo, creer como creo. Y me han configurado así no sólo espontáneamente, como tantas cosas como he recibido sin darme cuenta en un inicio, sino también ha jugado su papel mi voluntad y mi deseo. Lo he recibido, sí, pero lo he cultivado.
Covadonga es algo singular y único, dirá Pedro Poveda, sin haber tenido allí él su origen. Pero también tienen esa fuerza los lugares, contemplados no sólo físicamente. Hay algunos de ellos que tienen la potencialidad de dar sentido a toda una vida, de generar un proyecto capaz de cautivar a generaciones. Y gracias al desplazamiento de un lugar a otro, algo que parece tan sencillo, tan simple… Pero no es así!
“Dios cambia según la habitación en que se le busque: el Evangelio suena distintamente según donde se lea: en Francia no resuena del mismo modo que en Argelia, que en Marruecos. Pero Dios –el que yo conozco- no es habitación, sino intemperie” dirá otro autor (D´ORS, P.: El olvido de sí. Pre-textos. Pág.214)
Se podría describir esa intemperie asturiana físicamente: agua, verde, gris, tierra, nubes, azul… que hoy permanece. Y también se puede aludir a una intemperie personal, la intemperie de quien buscaba en los comienzos del pasado siglo propuestas de un modo de ser, de vivir, de creer que hoy continuamos de mil maneras.
Los acontecimientos, en las biografías personales, marcan. Y los desplazamientos, también. podemos ser nacidos, en lugares privilegiados por muchos motivos, pero también podemos ser llevados, traídos, desplazados, hasta allí. De modo que esas idas y venidas a esos lugares van dejando huella a cuanto somos, vivimos y creemos.
Y Covadonga, allá, en nuestra montaña, es uno de esos lugares! Y ciertamente, lo es para mí.